Introducción
Algunos cristianos tienen su lengua bastante filosa, peligrosa, y con ella envenenan el corazón de algunos. Estos cristianos no son dignos de confianza y mucho menos de consideración frente a su mal proceder. Convierten cualquier conversación en un asunto de opinión pública, no saben manejar los asuntos y tienden a convertirse en un peligro para la iglesia.
Frente a esta pregunta, podemos decir: SI, ES PECADO MURMURAR Y CHISMEAR DE LOS HERMANOS.
Dios nos ha dejado el paso a paso para resolver asuntos y no convertirlos en temas públicos cuando estos tienen solución con los hermanos implicados.
Mat 18:15-17 Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. 16Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. 17Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.
La Práctica de Murmurar
El murmurar es el quejarse con descontento, indignación; musitar; gruñir (mostrar disgusto, odio y repugnancia). Cuando hay “murmullo” ninguno quiere hablar abiertamente. El murmurar es como hablar entre dientes, susurrar. De esta manera los escribas y fariseos murmuraban contra Jesús (Luc. 15:2) y contra los discípulos de Jesús (Luc. 5:30). Véase Jn. 7:12, 13.
Parece que el quejarse o el murmurar son prácticas universales: la gente se queja del tiempo, del gobierno, de la enfermedad, de la pobreza, de los vecinos. Es como diversión para algunos, un pasatiempo.
¡PERO NO DEBE EXISTIR EN LA IGLESIA ESTE MAL PORQUE ES PURA CARNALIDAD!
La condena de Dios
Rm 1:30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres,
Dios aborrece a los murmuradores que, con sus venenosos comentarios destruyen el alma de otros hermanos. Son serpientes que muerden el corazón de otros e inyectan veneno que mata lo poco de Dios en sus vidas. Que triste condición y castigo será para los tales.
Fil. 2:14, “Haced todo sin murmuraciones y contiendas”. No conviene pasar por alto el pecado (Jn. 7:24; Sant. 5:19, 20; Gál. 6:1,2), pero es pecado juzgar por apariencias (Jn. 7:24), o por malas sospechas (1 Tim. 6:4) o por preferencias personales. Este texto prohíbe el hablar a espaldas del hermano para criticar y dañar su reputación, hablar con motivos carnales, hablar sin saber o entender bien el asunto, o hablar contra un hermano o una hermana simplemente porque no le gustan.
Sant. 4:11, “Hermanos, no murmuréis (calumniar, 2 Cor. 12:20; 1 Ped. 2:1, difamación) los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley”. Se refiere a lenguaje áspero, duro, que no edifica sino difama y destruye. Tal murmurador no considera sus propias faltas (Gál. 6:1), sino que sólo busca faltas de otros hermanos para hablar de ellas a todo el mundo. (Y desde luego, exagerar para que la crítica sea más interesante.) Tal persona juzga la ley (Mat. 7:1-5; 7:12; Jn. 13:34) y se establece a sí misma como el juez para entregar el veredicto sobre su hermano. Ocupa el puesto de Jesús.
Sant. 5:9, “Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta”. Véase el cap. 3 sobre el uso malo de la lengua (v.9, bendecir a Dios y maldecir al hombre). Esta conducta describe a los hermanos querellosos, impacientes, sospechosos, envidiosos, contenciosos. Refleja mal carácter, temperamento difícil. Significa que la persona todavía está dominada por la carne y que rehúsa amar a sus hermanos, porque no se ha despojado del viejo hombre (Rom. 6:3-7).
¿Qué indica la murmuración?
Indica que a pesar de todo lo que Dios ha hecho por nosotros, todavía retenemos carnalidad en el corazón, el viejo hombre no está muerto (Rom. 6:3-7), no queda despojado (Efes. 4:22-32).
Indica falta de amor. En realidad demuestran claramente que no ama a sus hermanos. Piense en alguien (marido/esposa, hijos, padres) a quién sinceramente ama. ¿Murmura y se queja contra ellos? ¿Por qué no? Porque los ama no de labios sino de corazón. Será igual en la iglesia; si en verdad nos amamos los unos a los otros, dejaremos de murmurar y quejarnos los unos de los otros.
Cómo conclusión: Hay que preguntarnos, ¿por qué murmuramos y nos quejamos unos contra otros? ¿Qué beneficio recibimos del acto? No hay beneficio material. Perdemos la buena voluntad del hermano y de otros porque no es nada placentero estar en la presencia de murmuradores. ¿Deseamos el arrepentimiento de la persona que difamamos? ¿Estamos siguiendo el plan bíblico para lograr este fin?
Nota: Gran parte de esta lección se extrae del estudio “No Murmuréis” del hno Wayne Partain. http://waynepartain.com/Sermones/s4875.html
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